miércoles, 25 de abril de 2012

Aprendiendo a sufrir.





Hace unas semanas tuve un encuentro singular. Yo estaba en el gimnasio. Si algo he descubierto es que hacer kilómetros semanales sin ton ni son te acerca de forma peligrosa a la lesión, veo necesario complementar toda la kilometrada con trabajo de fuerza, así que desde hace unos meses estoy yendo al gimnasio.Se trata de un gimnasio municipal que tiene lo básico, pero que me pilla al lado de casa y es bastante barato comparado con otros gimnasios de la ciudad. Curiosamente en el último año esta habiendo un incremento de gente en mi gimnasio increible, la mayoría vienen de gimnasios más caros, y se han dado cuenta de que no necesitan sauna, o servicio de toallas para mantenerse en forma.

La rutina que hago en el gym es básica: cuadriceps, isquios, abductores y aductores, salto a la comba (muchos días pienso que para qué ir al gimnasio a saltar a la comba...), y musculatura del tren superior según las ganas o el tiempo que tenga. 3 o 4 series en circuito, con 10 repeticiones y no demasiado peso. El trabajo de los abdominales lo declino para casa, soy un fanático pues desde que descubrí que me venía bien para librarme de las lumbalgías, dedico todos los dias un rato a trabajar mis abdominales, sobre todo con hipopresivos e isométricos.

Y tengo que decir que me sienta bastante bien, las rodillas duelen menos, ese dolor tán tipico de los que pronamos en exceso por la parte externa recién al terminar el rodaje está desapareciendo, y mis maltrechos tobillos comienzan a mantener el tipo, aunque a uno de ellos le falte algún ligamento que otro...Si mantengo el hábito de ir al gimnasio, al menos una vez a la semana, me imagino que mis problemas físicos cada día lo serán un poco menos.

En esas estaba yo semanas atrás, acabando mis rutinas en la cinta de correr, suelo terminar haciendo unos progresivos fuertes. Justo al lado en la bicicleta estática estaba un señor con mallas de ciclista, algo de barriga, ya mayor, pedaleando sin demasiado afán. Fué él quien comenzo la conversación conmigo. Según me contó, era todo un runner veterano, con más de 20 maratones acabadas, miles de medias, y excelentes marcas en ambas, y fundador de un club de corredores de mi ciudad.

Yo no hacía más que preguntarle cosas, no soy de hablar en el gimnasio, lo odio, al gimnasio voy a lo que voy y punto. Pero este señor me cayó bien, era afable y cascarrabias a la vez. Le pregunté por rutas secretas,  que pocos corredores conocen, para hacer mis tiradas largas. El me confesó que padece una cardiopatía desde hace tiempo, que tiene prohibido correr por el médico, y que desde entonces no hace tiradas largas de más de 20 km. A sus 60 y tantos aún corre todas las carreras que podía.

Se dedicó un momento a ensalzar mi figura atlética, mi delgadez. "Tú tienes que ser bueno. ¿Cuantos maratones has corrido?" Agaché un poco la cabeza, y le confesé mi triste devenir, que no llevaba mucho en ésto, que solía estar lesionado,..."Umhh", torció un poco el gesto. Me ofreció entrenar con la gente de su club. Yo conozco a muchos amigos que están en él, es bastante popular,pero siempre he creido no tener el nivel suficiente.

"Cuando voy corriendo por ahí me suelen adelantar" le dijé, medio en serio, medio en broma.

"Te adelantan, eh..." dijo. Y entonces es cuando soltó una frase demoledora que me dejó con el culo torcido, aún repica en mis oidos:



"A lo mejor es que tienes que aprender a sufrir"


Aprendiendo a sufrir, aprendiendo a luchar.


2 comentarios:

  1. Casi que te diría que esa es precisamente la clave: SUFRIMIENTO. Desde luego que jode pero es la forma de mejorar las marcas y, sobre todo, acabar satisfecho personalmente.

    Me gustó tu blog y si me lo permites me pasaré por él de vez en cuando...

    Salud y kms compañero

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    1. Por supuesto, sé bienvenido. Es un placer ser leído, ni dudes que yo leerè tú blog

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